Un histórico de primera con cara de eterno segunda

Cuatro puntos de quince posibles. Una victoria, un empate y tres derrotas. Al borde del descenso. Sin ganar desde el 11 de agosto. Una plantilla desbalanceada y desquiciada que no cree en el míster. Un entrenador que está muerto en vida. Un club aparentemente carente de blanca. Una afición que carga contra todo y contra todos, incluido el dueño. Un Ronaldo que sabemos de su existencia no por visitar el José Zorrilla sino por las redes sociales. Este es el resumen del arranque liguero del Real Valladolid, una temporada 23/24 que nos devolvía a segunda con tan solo un año de aventuras por la categoría absoluta del fútbol español y que nos ha dado un auténtico baño de realidad en cuestión de un mes. Veamos a continuación, desde mi punto de vista y con mi opinión, como se ha originado esto en los fatídicos meses de julio y agosto.


La historia de como un club vuelve a segunda tiene directamente un pasado trágico, un descenso de primera. Tras destituir a un Pacheta que tenia al equipo fuera del descenso pero que no tenía bajo control un vestuario lleno de canallitas que no jugaban a nada, se decidió traer a Paulo Pezzolano como hombre a cargo de la salvación blanquivioleta. Parecía que funcionaba, la plantilla estaba a raya y el equipo puntuaba, pero una aglomeración de infortunios y malas decisiones competitivas mandaron al pozo a un Real Valladolid que volvía a LaLiga Smartbank (o LaLiga Hypermotion) tan solo un curso después. La tragedia ocurrió y la decisión estaba tomada, Pezzolano seguiría en el banquillo y Fran en los despachos, los que se largaban eran los jugadores. Así nos dirigíamos hacia la pretemporada. 10 de julio, con preparativos previos desde el 7 del mes, empieza la pretemporada del Real Valladolid. Repitiendo entrenador y director deportivo pero con la intención de remodelar por completo el equipo, aunque ya empezaba rara la cosa. Con poco movimiento llegábamos a ese día 10, quitando cesiones que terminaban y finales de contrato, el Pucela daba salida a los jugadores con opción de compra y a un par más mientras que solo llegaba Boyomo como nueva cara. El mercado avanzaba y parecía que julio estaba algo atascado, las salidas seguían dándose a cuentagotas y solo llegaban al conjunto blanquivioleta Raúl Moro y Cesar de la Hoz. A este stand-by deportivo (o al menos de cara al público) se le sumaba una pretemporada contra equipos de la misma categoría o de debajo que no daba ni resultados positivos ni buenas sensaciones. Todo esto propició una de las decisiones más raras y sorprendentes que recuerdo en Zorrilla, un volantazo en toda regla: el Real Valladolid destituía a Fran Sánchez como director deportivo en medio del mercado veraniego.

La destitución de Fran fue una decisión que pilló a todos por sorpresa y que nos hizo pensar que fue tomada como si de un ataque de ira se tratase, un venazo vamos. El motivo dado por el club era que no gustaba el rumbo del mercado actual y que se necesitaba pegar un volantazo para buscar alcanzar los objetivos, pero más que un volantazo para cambiar el rumbo parecía un giro brusco de timón digno de piloto borracho sin idea de que estaba pasando y de que podía pasar. Sin “director deportivo” estuvimos unos días hasta la llegada de Domingo Catoira, uno de los encargados del desastre del Espanyol el curso pasado y enemigo número uno de la afición perica. Llegaba para intentar confeccionar una plantilla de garantías, pero también podíamos pasar de mal a peor. A esos tres fichajes que juntaban juventud y experiencia en la categoría se le sumaban otros que parece que Fran dejó casi hechos a falta de firma (Marcos André o Meseguer), algunos de cosecha propia y una colección de brasileños fichados por el que muchos consideran el auténtico hombre a cargo de los fichajes. Efectivamente, me estoy refiriendo a Paulo André, el “director del área de estrategia deportiva”, un puesto que nadie sabe cuál es, nadie conoce el trabajo del brasileño. Dos fichajes que tienen pinta de tener su firma, curiosamente dos de los peores fichajes de este mercado, un central completamente opuesto a lo que juega el equipo y un portero que no sabe salir a agarrar un balón. No sé qué me parece peor, cambiar al director deportivo en medio del mercado para ver si suena la flauta o darle mayor potestad a alguien que no conoce lo que es la división de plata española. Las dos suenan horribles y, en verdad, no se cual prefiero.  A todo esto se le sumaba un arranque liguero tétrico, una victoria contra el Sporting digna de espejismo más dos derrotas contra Zaragoza y Alcorcón (está siendo una de las peores que recuerdo en muchísimos años). Pero bueno, tranquilidad, quedaba la última semana de mercado y ya nos avisaba Domingo de que ahí es donde se agita el árbol para que caiga la fruta, pero para ahorraros el mal trago ya os lo adelanto yo: las últimas horas fueron tétricas.


El último día de mercado arrancaba y el destino, queriéndonos dar la puntilla con un tono absurdamente irónico, acabó juntando las últimas horas del mercado con el partido en el Carlos Belmonte, el Albacete esperaba. La recta final del mes nos dio muchas salidas y el último día de mercado no iba a ser menos, a las salidas de Aceves y Vallejo a últimas horas se les sumaba la de un Sergio León que no viajaba a tierras manchegas ya que iba camino a Elche. En la parte de altas, los blanquivioletas esperaban un delantero y un extremo para completar la plantilla. Dos frentes abiertos, dos pedradas en el estómago. El partido un desastre igual o peor que el perpetrado contra el Alcorcón y las ultimas horas de mercado fueron dignas de equipo ruinoso, a lo mejor ese era el caso. Todos esperábamos dos llegadas, hasta el propio Pezzolano decía lo mismo a eso de las 23:00 en rueda de prensa, y acabo llegando un solo delantero que parece que no llega ni a medio. Mamadou Sylla, procedente del Alavés, era el nueve que cerraba la plantilla, y que nueve madre mía, “tiene dos garrafas de 5L por pie” me comentaba un colega de Vitoria, tétrico. Una delantera cuyas garantías de gol pasaban por un Marcos André que lleva dos años sin ser futbolista, unas bandas con efectivo y medio del primer equipo, un medio campo abarrotado y una defensa que lleva sacudida hasta los cimientos por las lesiones desde casi el primer día. Broche de oro a un mercado que en vez de pintar bien y acabar mal ha pasado a pintar mal y acabar mal. La guinda del pastel la pone Paulo, respondiendo el uruguayo “no lo sé” a la pregunta de “cuando este equipo va a empezar a ganar”. Tres puntos de doce y en posiciones de descenso, pasar de querer ir a por el ascenso a ver que estamos abajo no es algo que asiente bien.

El equipo cerraba con las mencionadas 20 fichas profesionales (21 si cuentas a Garri tras su renovación), 23 jugadores que parecen ser a todas cuentas parte de la rotación del primer equipo si sumamos a Tunde y Cedric. Una plantilla que no solo parece quedarse corta sino que, también, parece descompensada. Una plantilla corta y/o descompensada que no se ha dado por “dar oportunidades a los jugadores de la cantera” como nos ha querido vender la dirección deportiva, es la plantilla que es por todas las taras y complicaciones que ha sufrido el Pucela en este mercado, incluida la negativa a gastar más que ha mostrado el club ya sea o porque no quieren o porque no hay. Aun así, la primera prueba de fuego “real” llegaba el pasado domingo y, para sorpresa de absolutamente nadie, nos acabamos quemando. La guinda a ese pastel denominado “confección de plantilla” se llama Pezzolano, un entrenador que contra el Elche demostró que estaba muerto tanto en la pizarra como mentalmente. Un empate a uno contra 10 que surgió debido a posiblemente dos de los buques insignia de este mercado desastre: el míster y el portero. Un 1-1 que pudo ser cualquier otra cosa debido a que el equipo no juega a absolutamente nada y los jugadores determinantes ni están y, como sigamos así, parece que tampoco se les espera. Un partido que no es desastre gracias a un gol del que es posiblemente el peor fichaje de este mercado y que no fue celebración gracias a la odiosa ley del ex y al segundo peor fichaje del mercado (de momento). Un arranque horrible para un entrenador que parece que lo único que le salva de ser destituido esta semana no es una mínima posibilidad de darle la vuelta a esto, porque viendo lo hundido que está resulta imposible, es que simplemente no hay sustituto de momento, ya sea o porque no hay panoja para traer a alguien o porque ni dios quiere venir a semejante fregado.


Las conclusiones a todo este mercado son claras y dolorosas: el equipo no está para pelear por el ascenso directo por muchos factores. El primero de esos factores es el míster, a Pezzolano le ha quedado enorme un banquillo en el que, en opinión de servidor, no debería de haberse sentado en el en julio. La segunda es la dirección deportiva, una que ha decidido destituir a su cabeza visible a principios de agosto en un movimiento en pos de buscar un cambio de rumbo que en vez de llevarnos a mejor ha resultado en ir a peor. La otra es la plantilla, descompensada no solo en posiciones sino también en calidad y experiencia, jugadores de poso y valor para segunda que no están haciendo nada para demostrar ese título se ven junto a otros que no tienen ni la calidad ni el peso para formar parte de un equipo que pretende quedar primero o, al menos, segundo. Por ultimo y, la más vital, la directiva, una que parece que si no ha dejado al Pucela en números rojos por gestiones estúpidas pues no ha gastado el dinero de cara a una futura venta, “una empresa con las arcas cargaditas se vende mejor que una sin un duro” pensarán los genios por debajo de Ronaldo, un Ronaldo que ve este club como un juguete al cual le importa poco lo que le pase porque ya se ha cansado y está buscando otro con el que pasar el rato, acto digno de niño rico sin mucho apego por las cosas o sin mucha consciencia de lo que tiene entre manos. El resultado es visible, un club que parece que su cuota más alta es pelear por entrar en playoff y con el runrún de que pueda ser un nuevo Málaga o Dépor, un club que no se parece en nada a lo que era el Real Valladolid. Ni los aficionados parecemos estar a la altura de lo que una vez fue el Pucela, silbando a nuestros jugadores cuando marcan un gol y aplaudiendo a un ex que aquí hizo lo mínimo exigible porque pidió perdón al no celebrar el empate. Entrenador muerto, plantilla muerta, afición muerta, club muerto, todo esto en la jornada 5, o eso es lo que parece. Veremos que nos depara la sexta jornada, una sexta donde Pezzolano no debería sentarse y donde no me extrañaría que acabe durando más si gana como si de intentar mantener vivo a un cadáver se tratase (lo hicieron con Sergio y no me extrañaría que lo volvieran a hacer). A partir de ahí veremos qué pasa, como sigue el año y quien viene después en la directiva, porque está claro que Ronaldo quiere largarse de aquí. Miedo me da quien venga, si después del desastre llamado Carlos Suarez ha pasado esto no quiero pensar en lo que vendrá ahora. De momento a seguir exigiendo y apoyando, porque el año que viene podemos estar en primera, ojala que no sea Primera RFEF.

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