Muchas gracias, Shingeki

El pasado domingo ha sido el último día en el que puedo decir que he esperado con ansias pegado a la pantalla para ver un capítulo de Ataque a los Titanes. Primero le dije adiós al manga en abril de 2021, luego a la colección física unos meses después y ahora, dos años después, le digo adiós al anime. Todavía queda la edición física con su respectivo doblaje que sé que sacará Selecta Visión el año que viene seguramente, pero aun así va tocando decir adiós. Se acaba una obra que nos ha acompañado 14 años desde su salida en formato manga y 10 en su formato anime. No vengo a hablar de lo grande que es esta historia, del simbolismo presente en el final o de su impacto en los fans y los no tan fans del anime porque todos sabemos sobre eso y más porque estamos hablando del primer anime del 2010 que podemos catalogar como “uno de los mejores de todos los tiempos”. Vengo a hablar sobre cómo me influenció a mí, de cómo me hizo aficionarme a un mundillo que abandoné cuando era crio sin saber siquiera que era, de cómo me hizo ver que el manganime no eran peleítas o adolescentes en escenas subidas de tono sino un medio para contar historias increíbles. Hoy quiero hablar de como Ataque a los Titanes cambio bastante mis hobbies, pasiones y, en cierta medida, mi vida.

Verano de 2018, un calor de escándalo y mucho tiempo libre porque esos tiempos donde iba al pueblo todo julio y agosto ya se quedaron atrás. Ahí estaba yo, con 19 añitos pegado a la PS4 y yéndome de birras constantemente porque el primer año de carrera me pegó una somanta de ostias físicas y emocionales demasiado grande, necesitaba descansar y desinhibirme. En un día tonto jugando con mi gran amigo Ian al Call Of Duty o al Fortnite porque era a lo que jugaba todo el mundo en ese momento, me comentó que se encontró una cosa por ahí que a lo mejor me molaba. Esa cosa era Ataque a los Titanes, y la forma de encontrársela fue a través de YouTube un poco de rebote porque alguien subió toda la primera temporada doblada de manera bastante ilegal. No voy a mentir, me la vi por ahí gastándome la friolera de 0€ en cuestión de una semana. Era un vicio, la historia estaba genial y esos episodios de 20 minutitos se pasaban volando. Enganché la primera temporada como un loco al igual que mi colega, y aunque no estuviera en YouTube saltamos como borregos a la segunda. La tercera también la vimos, esta vez yo al menos en japonés, y así estuvimos enganchando capítulos y temporadas una tras otra. Esa fue la puerta de entrada mía al anime, porque primero me llamó Shingeki pero luego me enganchó en verano del año siguiente JoJo’s, luego sería Re:Zero, luego caería suscripción a Netflix para ver cositas como Steins Gate o Death Note, así en caída libre hasta que en verano de 2020 pagué Crunchyroll por primera vez para verme cositas de esa temporada como son Kanokari, God Of Highschool o la continuación de Re:Zero. Me hizo ver lo que he comentado al principio, que el anime es más que unos dibujitos de peleítas sin motivo o de adolescentes enseñando más chicha de la que deberían, es un medio para contar historias tan distintas unas de otras, abarcando tantos puntos y realizándose de maneras tan únicas gracias a la creatividad y posibilidades que te ofrece el medio en sí.

No solo fue mi entrada al mundillo del anime sino que fue también la puerta de entrada al manga. No podía aguantarme las ganas de saber que pasaba en Shiganshina y que secreto guardaba el sótano de la casa de Eren, así que me enteré de que había una obra escrita/dibujada de donde salía el anime y directo que fui. Y que revelación, ver el secreto de la humanidad fuera de las murallas y todo lo que sucede después fue impactante, así que en vez de esperar por los episodios del anime decidí esperar por los capítulos del manga. Descubrí el mundo de los “leaks”, de los “scanlations” y toda la comunidad que había entorno a las salidas mensuales de los capítulos. Vi todas las teorías que todo el mundo imaginó, vi como algunas se cumplían en cierta manera y otras no, vi la rabia y el suspense por esperar un mes para resolver un cliffhanger, vi las discusiones absurdas de la comunidad. Todo eso era peor o mejor, pero molaba estar ahí. Y no solo era en Ataque a los Titanes, me hizo saltar a otras obras las cuales no me apetecían esperar por una segunda temporada o, directamente, a mangas sin adaptación o con una existente que no me apetecía ver. Gracias a eso descubrí obras tan conocidas como "Berserk" o "Chainsaw Man" y obras no tan conocidas como puede ser "Dog and Scum".

Y todavía queda, porque no solo fue la puerta de entrada al anime o al manga, también lo fue al formato físico de los dos medios mencionados. Del de anime fue por pura necesidad, quería verme la tercera temporada en castellano y descubrir la edición física fue un flechazo a primera vista. Busqué quien hacia el doblaje, me encontré con una tal Selecta Visión y tras echar un vistazo a su tienda online mi cartera de chavalín de poco más de 20 años sufrió un duro revés, más cosas cayeron al año siguiente en 2020, el dinero de la pandemia que no pude gastarme se fue en buena parte en estas ediciones físicas, no solo de este anime sino de otros como Psycho-Pass o JoJo’s por ejemplo. Y lo mismo pasó con el manga, fue ver una tienda de camino a mi casa un día que andaba por el centro de Valladolid, entrar por pura curiosidad de friki, ver que tenía los tomitos en físico de Shingeki que me había leído o me estaba leyendo de manera digital y caer como tonto. Una tienda que, por cierto, pasó de ser una comiquería o tienda friki a ser una especie de santuario al que visitar de manera regular y comprar algún que otro tomito. Incluso en cierto punto de mi vida se convertiría en una especie de refugio emocional ya que en esos momentos duros de mi vida en los que tocaba ir a terapia por temas de salud mental me reconfortaba saber que después de enfrentarse a esos malos ratos necesarios tocaba parada en la tienda. Y desde ese día hasta hoy, Multiverso (el nombre de la tienda) es parada obligatoria un par de días al mes para ir a comprar manga, muchas de ellas en compañía de algún colega como mi gran amigo Javo para luego tomarnos unas birras o directamente yo solo para darme un paseo tranquilamente. Y, como ya he comentado, Ataque a los Titanes es el comienzo de todo esto.

En resumen, y para concluir este texto tan largo, la importancia de esta obra en mi vida es sumamente enorme. Me hizo descubrir un mundo nuevo y obras que considero hoy como magnas ya no dentro del medio nipón sino también de la ficción en general. Me hizo conocer medios de prensa y canales de YouTube/Twitch que escucho y veo constantemente, gente que gracias a Twitter compartimos opinión e incluso amigos nuevos (o profundizar en amistades algo más superficiales) gracias a cosas como ir al cine a ver anime o a asistir al Manga Barcelona. Leñe, hasta hizo que empezase este blog con un post quejándome de cosas que hacía Crunchyroll mal y que podían mejorar, un post algo desafortunado que cogió cierto revuelo en su momento pero que no me arrepiento de escribir, que acabó derivando en un espacio donde simplemente suelto lo que tengo dentro sin intenciones de repercusión y demás, mi rinconcito para sacar lo que pienso y llevo dentro, un lugar para desinhibirme. Incluso en ciertos momentos me he planteado entrar en el mundillo de la prensa especializada o dar el salto a otras cosas que no sean solo escribir textos, pero de momento se queda dentro del cajón de las ideas ya que ando bastante bien y feliz con como estoy actualmente. Y la cosa que empezó todo este efecto mariposa es una única obra: Ataque a los Titanes. La obra que me hizo ver lo que era el manganime, que me hizo ver que cositas que veía de pequeño como Dragon Ball, Oliver y Benji o Zatch Bell pertenecían a algo más grande y más bonito. Toca decirle adiós, aunque no del todo porque, a pesar de que acaba, siempre nos quedará rescatar esos tomitos de la estantería y esos blu-rays de la colección para volver a vivir todas esas sensaciones que vivimos en el pasado. Muchas gracias, Shingeki.

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