Review Modern Warfare 3: un DLC mediocre a precio de juego completo

Una idea inicial muy distinta de la final, poco tiempo de desarrollo pero caótico, una compra milmillonaria en medio… estas son algunas de las cosas en las que ha estado envuelto el Call Of Duty: Modern Warfare 3, última entrega de la popular saga de FPS y tercera iteración del “reboot” de la mítica trilogía distribuida por Activision. Una tercera entrega que es muy atípica desde un punto de vista externo, ya que ha salido inmediatamente después de su predecesor y ha sido realizada por otro estudio, ya que Infinity Ward le ha dado el testigo a Sledgehammer Games. Aunque todo este factor extraño tiene una explicación sencilla si sabemos que este “juego” originalmente estaba concedido como un extra a comprar para el MW2. Sabiendo esto, ¿cómo habrá salido este nuevo juego? Pues vamos a verlo.


Primero era en Urzikistan para acabar con Barkov, luego nos movimos a la ciudad de Las Almas con la recién formada “Fuerza Operativa 141” y ahora es turno de un poco de tour internacional con todos los aliados que hemos conocido y un nuevo villano (muy entrecomillado pero bueno): Vladimir Makarov. El ultranacionalista ruso recién escapado de prisión y con su propio ejército paramilitar pretende vengarse de la FLU a través de ataques de falsa bandera, intentando ver a las fuerzas de Urzikistan como terroristas una vez más y de paso causar un conflicto global entre Rusia y EEUU. Una campaña que según la teoría debería de funcionar, pero en la práctica está lejos de hacerlo.

Primero empecemos con la historia en sí, una que vive tanto del pasado de entregas de este reboot como de la trilogía original. La historia en su base está bien, pero falla porque es una copia descafeinada de elementos de la trilogía original y porque el rumbo que se estableció en este reinicio era uno completamente distinto. Pasamos del rollo “spec ops” tenso que te hacia poner tus cinco sentidos en la pantalla a un rollo más de acción con disparos a malos genéricos que ya hemos visto antes en la saga. Ese feeling que tan bien generaba MW2019 se vio afectado en MW2 y desaparece por completo en MW3. Ejemplo es el tema de civiles, si tú en la primera entrega disparabas a uno sin querer por fuego cruzado el juego te hacía sentir una sensación desagradable pero te dejaba continuar, ahora en esas misiones dispara a un solo civil y fallas la misión. Decisión errónea, ya que lo primero te hacía sentir que estabas protegiendo vidas reales y lo segundo no hace más que transmitir que son monigotes sin alma que el juego no deja que dispares. Pero no es solo problema del aura y ambientación alrededor de la trama, es la trama en sí. Incoherente durante muchos momentos y cuando por fin tiene sentido pues carece de peso y/o importancia. El regreso de personajes como Graves o Alex son testimoniales e inútiles, además de que se cargan el cierre de sus historias (el final de Alex en MW2019 era redondo y no había necesidad de traerlo), además de que la aparición de Shepard solo sirve para alargar la trama unos pocos minutos de manera estúpida y necesaria, personaje horriblemente plasmado por cierto. Pero no solo eso, sino que los personajes principales o de peso pierden todo el carisma. La TF141 se va al garete por completo debido a su poca participación y a lo soso que es ese tiempo que tienen. La dupla tan bien construida de Price y Gaz desaparece por completo y los momentos de camaradería de Ghost y Soap son testimoniales, solo brilla mínimamente Price porque es un personaje absurdamente carismático en su propia concepción. El villano también sufre de esto, ya que Vladimir Makarov pasa de ser en la trilogía original un antagonista con motivos para matar y ser matado a ser uno que es malo porque lo dice el juego. Si a esto le sumas un cierre horriblemente ejecutado que parece más un punto que arranca el final que el final en si pues te queda una campaña con destellos de grandeza muy puntuales pero que es mediocre y descafeinada de manera general.

Si la historia es mala, ¿qué tal las misiones? Pues peor aún. Las misiones se dividen a la mitad entre las tradicionales misiones de la saga y un concepto nuevo denominado “Fuego a Discreción”. Estas misiones son vendidas como minizonas de mundo abierto donde cumplir objetivos de la forma que tú quieras, pero en realidad son pequeños “warzones, y cuando digo eso lo digo de manera literal, porque dispones de cosas de ese modo como cofres y vehículos además de que las zonas donde se desarrollan son secciones del mapa de dicho modo. Básicamente es un reciclado de manual, pasando de la típica cláusula de “adaptar la zona a la misión” a la de “adaptar la misión a la zona”. Esta es la peor parte del juego, horribles en su máximo esplendor, ya que el juego pretende que lo hagas con sigilo y demás pero te las puedes pasar en cuestión de cinco minutos corriendo por el mapa como pollo sin cabeza. Quitando “Oligarca” y “En Las Alturas”, que son las únicas de estas misiones que de verdad plasma lo que Sledgehammer Games quería hacer con estas misiones, es increíble el descaro con el que han metido Warzone en la campaña, además de una manera muy horrible. El resto de misiones normales tienen destellos de cosas que tanto nos gustan, “Carga Explosiva” explota ese sigilo visto en entregas anteriores y “Punto Crítico” te da esa acción con poso y tensión, pero el resto fallan estrepitosamente. Ni consiguen repetir esa tensión y crudeza que te daba MW2019 ni consiguen replicar la dureza que misiones como “Cuidado con el Hueco” o “Nada de Ruso” conseguían transmitir. Sobre todo esta última, la cual quisieron rescatar para ver si convencían a los fans más clásicos de la saga pero no tuvieron el valor de repetir la burrada tan brutal y dura que fue la misión del Modern Warfare 2 de 2009, dando como resultado una versión descafeinada y que causaba más risa que repulsión o terror. En resumen, una campaña con muy pocas luces y demasiadas sombras que se siente vacía de principio a fin, alejándose del excepcional trabajo que Infinity Ward realizó en 2019. Una campaña que, por cierto, es la menor brevedad de la historia de la franquicia, unas cuatro horas de duración.


Pasemos a otra faceta de este juego, todo lo relacionado a Warzone, o al menos de lo que podemos hablar. No podemos comentar nada sobre lo nuevo de Warzone porque, de momento, no hay nada nuevo. Tanto Urzikistan, el nuevo mapa, como los cambios asociados a la nueva entrega no serán vistos por nuestros ojos hasta que salga la primera temporada de este nuevo juego. Lo que sí que podemos comentar es el nuevo modo: Modern Warfare Zombies, también conocido como “DMZ pero le metemos no muertos vivientes”. Se le llama de esta forma también ya que, literalmente, es el DMZ pero añadiendo a esta clase de enemigos. Sigue siendo ese modo de extracción al que le han añadido cositas para que sea algo distinto, pero al final es cambiar a la facción enemiga por no-muertos. Cae, consigue cosas, completa objetivos, mata zombies y vete con lo que tengas para que se guarde en el inventario, pero se “zombies” dentro del modo hace referencia al enemigo y no a ese concepto que tiene la saga asociada. Si que hay bebidas y distintos perks extras pero esa progresión de rondas clásica que tanto echamos de menos algunos no está presente. Señores, es DMZ pero con zombies, no hay más.

Vayamos a lo importante, al motivo por el que decides gastarte 80 que podías haber gastado en otras cosas de mayor importancia, hablemos del multijugador. Y que os voy a decir, que esas sensaciones de DLC glorificado aquí quedan confirmadas de manera absolutamente definitiva. El juego base es la entrega anterior, y no hablo de motor gráfico y cosas del estilo, es que cosas como la base del multijugador y elementos tangibles como animaciones o modelados son lo que había en Modern Warfare II. Ese olor a reciclado queda aún más latente cuando ves los demás elementos. Lo de las ventajas, rachas y mejoras de campo es de guasa, básicamente o porque son lo mismo pero cambiado visualmente (las ventajas ahora son equipamiento como guantes o botas) o son lo mismo pero con uno o dos añadidos nuevos. Las armas pasan tres cuartas de lo mismo, a ese par de armas nuevas y de armas no tan nuevas (estoy harto de que me hagan pasar por nuevo una M4 modificada a modo escopeta o subfusil) se le suma todo el catálogo armamentístico de MW2. No es broma, puedes usar las armas que desbloqueaste y subiste de nivel en la entrega anterior, y no solo las armas porque también están disponibles los accesorios y camuflajes. ¿Los mapas? De coña mala, porque han metido todos los mapas que había en el Modern Warfare 2 de 2009 con una preciosa capa de pintura y ale, funcionando, ni un solo mapa nuevo original.

Pero, a pesar de que es un reciclado/añadido absurdo, el multijugador es el más divertido de la saga en años, desde Modern Warfare (2019) que no me lo pasaba tan bien jugando a un Call Of Duty. La cosa es que no es divertido porque Sledgehammer Games haya hecho un gran juego, es porque han cogido una base sólida y la han retocado lo suficiente para que sea algo entretenido de jugar. No es “buen trabajo”, es “añadidos y ajustes sensacionales”. Ejemplo de esto es lo divertido que es jugar en estos mapas, y no es mérito de la desarrolladora sino demérito de las últimas entregas que no han sido capaces de darnos unos mapas a la altura de lo que eran los clásicos de la saga. En resumen, multijugador increíblemente divertido pero que no merece la pena gastar para jugarlo si eres un asiduo de la saga, si quieres volver a ella porque te desentendiste hace años es el punto perfecto, pero si llevas años dentro no es más que un clon algo más divertido de MW2 a un precio desorbitado.


La definición de esta última entrega de la franquicia de Call Of Duty se puede resumir perfectamente en un acrónimo de tres letras: DLC. Un añadido decente si se cobrase a un precio reducido pero que resulta ser una broma de muy mal gusto porque te lo cobran a precio de juego completo. Y no solo lo digo yo, lo dicen hasta gente dentro del mundillo, ya que se ha conocido que este juego estaba concebido como un “DLC Premium” pero que acabó como juego completo debido a decisiones tomadas desde lo más alto de Activision, algo que dejó en jaque a los desarrolladores de Sledgehammer Games, los cuales tuvieron 16 meses para desarrollar un juego nuevo que ni siquiera sabían exactamente que iba a ser. ¿El resultado? Una campaña tanto corta como muy descafeinada y unos modos multijugador que no es más que una bonita capa de pintura sobre algo que no funcionó el año pasado. En resumen, un contenido extra del Modern Warfare 2 aplazado y apretujado en un solo disco porque Activision no quería perderse el premio económico que es sacar un Call Of Duty anualmente. Un punto de inflexión en la saga, el enésimo que ha vivido, y que pilla justo en medio de otro punto de inflexión, este posiblemente el más grande en la historia reciente de los videojuegos. Ahora Activision responde ante Xbox, y los de Phil Spencer deberán de tomar las riendas y decidir qué es lo que de verdad necesita la saga para volver a tener juegos decentes, aunque como veamos a la Xbox de Halo o Gears Of War posiblemente estemos tanto fans como gente que vive de esta saga un poquito desamparados. Veremos que depara el futuro, lo único que sabemos es que en 2024 le toca a Treyarch, esperemos que no sea el sexto Black Ops y que sea algo nuevo que aporte frescura a la franquicia.




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