Carta al 2023

No se por donde empezar, posiblemente por la parte de que estoy escribiendo esto un dia cualquiera de madrugada en mi pueblo mientras escucho a STARSET, mi banda favorita, después de estar toda la tarde de birras y charla con mis colegas. Es un texto que escribo en posiblemente el momento de máxima inspiración, cuando las ideas llegan y fluyen, a las tantas de la noche y un poquito pasado de rosca gracias a la cerveza. Pero en verdad siempre quise escribir esto, tantos borradores y tantas palabras escritas hablando sobre lo mismo con distintas emociones y perspectivas que nunca han visto la luz que considero que esta es la buena, porque para mí si que es la buena. Aprovechando que le queda nada y menos al 2023 he querido hablar sobre este mismo año porque posiblemente, y sin el posiblemente, es el mejor año que he tenido en mis escasos 24 años y medio de vida.

Echemos la vista atrás para tener un poco más de contexto, en concreto a julio de 2020, el año en el que mi vida cambia para siempre no por motivos alegres o positivos. Un día de ese mes me encontraba en el mismo sitio donde estoy escribiendo esto, pero en vez de estar frente a un ordenador estaba sentado en el borde de la cama preguntándome sobre la vida misma en su máxima definición, porque aunque me de asco y cierta ansiedad recordar ese día, es el momento en el que me pregunté si todo tenía algún sentido. Era el día en el que todo rompió, en el que todo dejó de tener sentido. Años machacándome a mi mismo por intentar llegar a unos mínimos a los que claramente no iba a llegar, años donde di todo por nada a cambio. La universidad me dejó tintes de que no era lo suficientemente trabajador, mi vida social era un desastre, ni siquiera era lo suficientemente bueno para ser portero suplente en un equipo de provincial vallisoletana ya que prefirieron subir a un juvenil antes que tenerme en plantilla. Básicamente fue el día en el que me di cuenta de que todas esas cosas que me solían gustar ya las disfrutaba, fue el día en el que me di cuenta de que lo único que deseaba nada más levantarme era que acabase el día. Ese fue el día en el que me di cuenta que no tenía nada en mi vida, así que me debatí entre dos opciones. Una de las opciones, y la que doy gracias de haber tomado, fue llamar a mi madre y escribir a mi mejor amigo diciendo que estaba mal, que necesitaba ayuda, os imagináis cuál era la otra. Ese día lo tengo grabado a fuego, porque fue el día en el que toque fondo, el día en el que empecé a construir mi vida casi de cero otra vez. Con una depresión de la ostia y una ansiedad diagnosticada con la que tengo que seguir lidiando hoy en día en cierta medida empezó todo lo malo y lo bueno.

Empezó todo lo malo porque fueron años duros, años donde tuve que acudir a terapia y donde tuve que hacer unos ejercicios de introspección gordos, unos años donde tuve que darme cuenta de tantas cosas que hacía mal, de tantas cosas que no sabía encajar. Se juntaron también momentos durísimos en mi vida personal, tener que lidiar con el fallecimiento de mi tio gracias al maldito COVID, tener que intentar ser el soporte de mi padre cuando perdió a su hermano cuando ni siquiera yo era capaz de mantenerme a mí mismo, de lidiar con una ingeniería que estaba sobrepasando, de tener que ayudar a mi madre con cuestiones familiares y de mil historias distintas. Pero logré algo que ni yo pensaba que iba a poder, saqué todo adelante, pude tirar y sobreponerme a algo que en muchos puntos pensaba que me iba a llevar por delante, poniendo fin a tantas cosas que me estaban matando en 2022, pero mi año fue el que vino después, 2023 ha sido mi año. Este 2023 ha sido mi año porque es en el que por fin tanto sufrimiento ha tenido resultado: por fin puedo decir que soy ingeniero después de tantos momentos pensando en dejar la carrera, por fin puedo decir que tengo un trabajo con el que puedo ganarme el pan y del que me siento orgulloso, por fin puedo decir que mi vida social es plena, por fin puedo decir que estoy camino a comprarme un coche, por fin puedo decir que disfruto de viajar, por fin puedo decir que tomarme unas birras con los colegas me alegra la tarde, por fin puedo decir que el simple hecho de escribir para este blog o de hacer cosas mundanas como escuchar música me hace feliz, por fin puedo decir que simple y llanamente me siento alegre de vivir a pesar de tantas cosas duras que he vivido. Sin duda, 2023 es el año en el que puedo decir que he salido adelante.

Le debo muchísimo a muchas personas, a mi familia por estar ahí a pesar de todo, a mis colegas de la uni que tanto y tan bueno me han dado, a mis colegas del pueblo de toda la vida, a los fulanos que componen la banda de maulas que llamamos equipo de fútbol del que estoy orgulloso de ser el portero titular y el segundo capitán, incluso a la gente de Twitter y demás redes sociales con las que he comentado alguna que otra cosa sobre hobbies que nos unen y que en su mayoría no conozco en persona pero que da igual porque el hecho de intercambiar cuatro palabras contadas es suficientemente bueno, básicamente le debo bastante a cualquiera que haya cruzado palabras amables y no tan amables conmigo. También le debo mucho a mi gran amigo Javo, ese mejor amigo que es casi un hermano (y sin el casi) que comenté antes, una persona que siempre estuvo ahí a pesar de todo. No hizo nada más, estuvo ahí, pero eso era lo que necesitaba, porque esos días que eran duros donde sobrellevar todo con o sin ayuda profesional estaba ahí, esos días donde solo 23h y 45min del día eran miserables porque él gastaba quince minutos de su día para hacer que el mío no lo fuera. Simplemente estuvo ahí cuando necesitaba que alguien estuviera ahí y nunca le estaré lo suficientemente agradecido por ello. Pero, sobre todo, porque tengo este gran amor propio del que por fin puedo gozar, gracias a mi mismo, a esa versión dentro de mí que decía constantemente que tirar la toalla no era una opción, que decía que después de todo lo malo tendría que venir algo bueno. Este 2023 ha sido mi año no porque todo haya ido de cara sino porque estoy dispuesto a enfrentarme a todo lo que me venga. He tenido épocas horribles, por ejemplo no encontraba curro porque me rechazaban constantemente y pensaba que no sacaba el TFG adelante, pero en vez de hundirme como en antaño seguía adelante. Esa es la clave, por fin la vida me ha dado hostias en su cierta medida y por fin las he podido afrontar con buena cara, por fin he podido decirme a mi mismo “tu puedes con ello y si resulta que no, ya vendrá otra oportunidad detrás”. Ya lo decía mi padre, “todo en esta vida tiene solución menos la muerte”. Simplemente me siento capaz de tirar adelante con todo y contra todos, y eso es algo indescriptible.

Para cerrar solo dar un mensajito que suena prototípico y tonto de tan desgastado que está, que espero que si alguien lee le llegue aunque mi intención escribiendo esto sea una carta hacia mi mismo: si eres una persona que no anda muy allá siempre hay luz al final del túnel. Es una mierda, y seguro que cuesta salir, pero se sale, aunque sea duro y largo (a mi me costó casi tres años) pero se sale. Y después luego la vida no se vuelve fácil de manera mágica, va a seguir siendo la misma basura que va a intentar hundirte cuando pueda, pero tu vas a ser mas indestructible y, sobre todo, vas a poder disfrutar de esos momentos en los que te dices a ti mismo “joder, la vida si que es bella, si que merece la pena todo esto”. Ya lo decía mi padre, “todo en esta vida tiene solución menos la muerte”. Por un 2024 igual de bueno o incluso mejor, que la vida os vaya bien a todos y cada uno de vosotros, que nos lo merecemos.



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