Pelear por lo que creemos correcto, aunque sea un simple escudo, funciona.

El Real Valladolid anotaba uno de los tantos más importantes de su historia reciente el pasado 18 de diciembre. En concreto, este gol no nacía de las botas de un futbolista blanquivioleta sino que salía desde la afición. Ese gol no era el del ascenso o algo del estilo, era un tanto metafórico ya que la afición pucelana consiguió lo que muchos vieron imposibles: recuperar el escudo antiguo. Una forma impecable de recuperarlo, acudiendo únicamente a la protesta pacífica y sosegada utilizando todas las herramientas y vías posibles para solucionarlo. Esa solución fue la mejor posible, una votación democrática donde se respetó su etimología, ya que el “demos” decidió volver al escudo antiguo. Veamos cómo se ha fabricado esta gran jugada de gol, una que sentará un magnífico precedente en el devenir de las decisiones del club.


Toda esta historia empezaba de manera sorpresiva y bastante inesperada: el 20 de junio de 2022, el Real Valladolid anunciaba un cambio de imagen corporativa y, por ende, un nuevo escudo para el club. Esta nueva versión pretendía recuperar esos blasones más clásicos donde la laureada o los castillos no tenían presencia y dominaban visualmente las llamas representativas de la ciudad y las franjas blanca y violeta pero con un toque moderno. ¿El resultado? Un rebranding genial para una empresa pero un escudo que daño el corazón de muchos de los pucelanos aficionados al futbol. Dañó a la afición por muchos motivos, ya sea por el cambio unilateral sin previo aviso o consulta que perpetró el club, por el traicionar declaraciones anteriores donde se remarcaba que este cambio no se produciría sin un aviso o votación previa, por las constantes faltas de respeto a la historia del club de parte del equipo a cargo del nuevo diseño o, directamente, porque a algunos el escudo le parecía más feo que un frigorífico por detrás. En mi caso no pienso que el escudo fuera horrible la verdad, pero traicionar la confianza de los aficionados y abandonar un símbolo que ha acompañado al club en todas sus grandes gestas durante sesenta años de esta forma es de una gran bajeza. Este cambio y las formas que lo acompañan, sumado a ciertas situaciones deportivas crearon un ambiente increíblemente hostil en el José Zorrilla. Un ascenso que quedó empañado primero por el escudo y luego por una situación deportiva lamentable, ya que después de un solo año en primera el club volvía a la división de plata, dos descensos en tan solo tres temporadas, equipo ascensor en su máximo esplendor. No mejoró para nada tampoco el trato de la directiva, una directiva encabezada por Ronaldo que se empeñó en parecer una persona con menos luces que un barco pirata. El estar más de fiesta en Ibiza o viendo tenis en Madrid que en el palco de su club, sumado a declaraciones insultando a la afición o tachándonos indiscriminada y falsamente de racistas frente a su Brasil natal entre otras cosas, hizo que el ambiente fuera irrespirable. Una cuerda muy tensada por culpa de algunos que estaba a punto de romper, así que el Real Valladolid procedió a intentar salvar los muebles de una manera bastante precavida.

Los primeros pasos de cara a esa “paz conjunta” se dieron el 30 de agosto, más de un año después del famoso cambio de escudo. La directiva del club blanquivioleta quería acortar distancias con el aficionado y para ello decidió crear el “Comité consultivo del Aficionado”, un comité de 13 personas compuestos por distintos grupos como abonados o peñistas que se reunirá con el club varias veces al año para abordar temas de futuro del club y proponer distintos asuntos. Era la nuestra, la oportunidad perfecta para poder pedir de manera legitima el referéndum para decidir el escudo y solucionar de una vez por todas este asunto tan espinoso. Y a pesar de bastantes criticas porque ese comité parecía más una reunión informativa que un elemento para trasladar quejas y peticiones, parece ser que esa primera reunión sirvió para algo en este tema.

Por fin, el 27 de noviembre, el Real Valladolid les daba a sus aficionados lo que tanto deseaban y ansiaban, pero con un girito bastante maquiavélico. Ese día del mes pasado, el club comunicaba que se realizaría un referéndum para valorar el regreso al escudo antiguo, siendo esto motivo de alegría de un gran sector del aficionado blanquivioleta, pero ese referéndum era una emboscada de manual ya que parecía estar fabricado para que la insignia de la laureada no volviera. Era una votación, sí, pero para la vuelta del escudo tenía que haber un 50+1 de votos a favor sobre la cantidad total de abonados, ya que si se votaba en contra o directamente no se hacía contabilizaba como un "no". A esa absurdez de sistema se le sumaba el poco tiempo para votar, el “avisar” con tan poca antelación, los problemas constantes del portal donde se iba a votar y, sobre todo, la pregunta en torno a la que giraba todo esto: “¿Ves imprescindible volver al escudo antiguo?”. Con una pregunta intencionalmente vaga y ambigua más todo lo anterior, los aficionados estallaron de rabia por ver que este referéndum tan ansiado era una simple votación amañada de manera muy clara. No sabemos si de verdad estaba sesgada o si fue un ejercicio de torpeza mayúsculo, pero este despropósito llego a prensa nacional gracias al gran eco que se hizo tanto por la prensa local como por los aficionados, algo que hizo que se replanteasen las cosas de manera clara respecto a este tema.

Después del nefasto planteamiento del primer referéndum, el Real Valladolid buscaba refrendar sus errores (y salvar la mala prensa a nivel nacional) con unas nuevas bases para la votación. Adiós a la pregunta rebuscada y al "no" por abstenerse, hola a una votación en condiciones. Por fin se votaba “a favor” frente a “en contra”, por fin no votar era una opción lógica, por fin había mínimos coherentes como es el de que participe mínimo el 50% del censo para que sea válido y, por fin, la pregunta era clara y directa: “¿Quieres volver al escudo anterior?”. Tras muchos meses de pelea, de cánticos en Zorrilla a veces poco acompañados, de críticas y demás, el pasado 18 de diciembre los abonados del Real Valladolid decidían volver al escudo anterior. De todo el censo del portal blanquivioleta, 11.875 personas votaron a favor del escudo, un 89% de los votantes. Con un 59% a favor del escudo, un 8% en contra y un 33% de abstención, los aficionados del Real Valladolid conseguían el gran logro de recuperar el escudo que, para muchos, es el de toda la vida.


El 18 de diciembre de 2023 es un tanto por toda la escuadra que creo que muchos de nosotros no somos conscientes de lo grande que puede ser. Siguiendo la estela de equipos como el Atlético de Madrid, el Pucela se convertía en una S.A.D. donde el aficionado ha mandado sobre algo de primer nivel. La directiva del club podría haber dicho perfectamente que no haría referéndums ni nada, que es el club de Ronaldo y quien decide es él y su sequito, pero esa insistencia y ese malestar alimentado de manera clara por los infortunios deportivos y por declaraciones torpes hizo que se diera el paso. Primero con ese comité y segundo con la votación, haciendo que se abriese un melón enorme: la empresa privada no va a poder hacer y deshacer como antoje porque se encontrará con los aficionados. La victoria va más allá del escudo, va a qué gente como yo tendrá cierta voz en el devenir de cosas importantes. Sabemos que las decisiones las tomará el grupo cercano del presidente, pero por fin se ha demostrado que los más de 20.000 socios del Real Valladolid son parte importante en la toma de decisiones, algo que en el futbol moderno es cada vez más difícil de ver. Señores, pelear por lo que creemos que es lo correcto funciona, sigamos en ello.

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