Las mismas dudas e incertidumbre que antes de enero

Ya acabó el 2023, año que no ha dejado buen sabor de boca en las tierras donde se sitúa el estadio José Zorrilla. Vivimos otro descenso a segunda desesperante y ya indoloro de tantas veces que lo hemos vivido y la temporada en segunda no está yendo todo lo bien que desearíamos incluso estando en una situación clasificatoria que en muchos momentos de la temporada no nos hemos merecido estar. Ante esto se presenta el mercado de invierno, el salvavidas de este club en las últimas temporadas, siendo el mes de enero donde el Pucela ha fraguado ascensos y casi consigue permanencias vía fichajes. Así que vamos a ver cómo ha ido este último mercado invernal, uno de suma importancia debido a la necesidad de refuerzos y a los constantes roces entre afición y club por múltiples motivos.


“Año nuevo, vida nueva” reza el dicho, pero parece ser que no indica si esta vida nueva va a ser mejor que la anterior. El 2023 del Real Valladolid terminó de manera bastante tétrica, cosechando solamente una victoria en cinco partidos disputados en todo el mes de diciembre, haciendo esto que cayera eliminado de copa y que acabase el 2023 en cuarta posición cuando el liderato estaba a dos palmos de distancia. Si el año terminaba mal, este parecía empezar peor, ya que en cuestión de dos semanas el Pucela dio a sus fans jarro de agua fría tras jarro de agua fría. Primero fue el darnos a entender que el director deportivo no iba a tener mucho trabajo, ya que parece ser que a Catoira la plantilla tan mermada que teníamos parecía suficiente para logra el ascenso, que solo hacía falta un par de movimientos para cubrir posibles salidas y, si se daba el caso, sumar a alguien para apuntalar ciertas posiciones. Luego descubrimos que el tema no era ese, era que o por falta de dinero, por falta de espacio en el límite salarial o por ambas, el club no podía acometer fichajes y que lo que se buscaban era uno o dos jugadores y de un perfil no muy alto. Luego nos encontramos con que esta plantilla tan corta se quedaba aún más corta, ya que las dos decepciones llamadas John Víctor y Gustavo Henrique hacían las maletas rumbo a Brasil en dos operaciones que, visto lo visto, parecía más un blanqueamiento de dinero y un reparto curioso de comisiones que dos fichajes que no han funcionado por diversos motivos. Empezábamos el año sin un duro y con una plantilla insuficiente, y salimos del primer partido del año también sin un duro pero con aun menos jugadores y con una derrota. Efectivamente, 1-0 en El Plantío para cosechar solo tres puntos de los últimos quince posibles, para acabar saliendo de puestos de playoff. “Año nuevo, vida nueva”, curioso que esta “vida nueva” de momento estuviera saliendo peor que la anterior.

Habría que esperar hasta el 19 de enero para tener la primera incorporación del mercado invernal, siendo esta César Tárrega, a lo que todos nos preguntamos lo siguiente: “¿quién?”. El primer refuerzo era un central, una posición que necesitábamos reforzar de manera obligada, pero quien llegaba era un jugador con tan solo experiencia en Segunda RFEF, teniendo muy poco bagaje en el futbol profesional, cuando lo que se pedía y necesitaba era alguien con más poso en la categoría. La realidad del fichaje en ese momento parecía ser que esta alta era dada por estar con poquito margen económico para fichajes y no porque el chaval tenía un techo de crecimiento alto de narices. La verdad es que esto no pintaba ilusionante, pero ya lo dijo Catoira, todo ocurre en la recta final. Llegaba la última semana y entrabamos en la denominada “zona Catoira”, el maestro tenía que obrar la magia o, al menos, currar lo que no parecía haber currado en todo lo anterior en el mes, y es que no se si fue positivo o negativo pero al menos fue una montaña rusa. Primero fue el volver a tener dinero de manera mágica, un dinero que hizo que jugadores con muy buena pinta y a priori nivel de sobra para la categoría llegasen. Las bandas eran cubiertas con Stipe Biuk y Amath Ndiaye, ambos procedentes vía cesión con opción de compra desde el LAFC y el Mallorca. La cosa es que a estos fichajes golosos y con muy buena pinta se le juntaron un par más que dan mala espina. El primero es André Ferreira, portero procedente del Granada que viene a competirle el puesto a Jordi Masip. La cosa es que si tenemos que tirar de historial previo el catalán va a tener una segunda vuelta cómoda, porque las actuaciones del luso en el Granada han ido de tétricas a dantescas, siendo un portero irregular que cuando no tiene la noche las prepara de maneras inimaginables. El otro es el fichaje de las últimas horas de mercado, uno que sorprendió mucho, ya que cuando todos estábamos esperando la llegada de un delantero, el Real Valladolid ficho… ¿un central?... ¡¿DEL CRUZEIRO?¡ La gran sorpresa final fue Lucas Oliveira, central brasileño con muy escaso minutaje en la primera división de su país natal.

Pero esto no era todo, ya que a estas altas y a las salidas de Tunde y Joni Montiel se le sumaba un trabajo en el tiempo extra, y lo de extra es literal ya que la “zona Catoira” comprende limites más allá de las horas habilitadas para traspasos, y así lo demuestra el último fichaje. “¿Queríais delantero? Pues tomad delantero” dijo el francés, siendo este fichaje Álvaro Negredo. Sorpresa mayúscula en el añadido, ya que nadie se esperaba esto a pesar de que en el último día sonó como opción viable. Este fichaje es como el resto del mercado, sabor agridulce. La parte buena es que viene alguien con ganas de dar guerra, ya que rescindir con el Cádiz para buscar sentirse futbolista al menos estos meses que restan es de tener orgullo, y si viene aquí no va a ser para chupar del bote, porque para eso se hubiera quedado en tierras andaluzas, si se baja al barro es porque al menos viene con intenciones y ganas de aportar. Lo malo es lo demás, ya que el delantero de 38 años lleva sin dar registros de peso desde hace dos temporada, ni siquiera en esta ha visto puerta, y por muchas ganas que tenga si el rendimiento no da pues no da. No lo se, veremos que ocurre.


El mercado de invierno ha sido una suma de elementos positivos con cosas negativas a un ya entorno raro y ennegrecido. Si que se ha ampliado la plantilla y ahora hay una buena batería de jugadores, pero la esta sigue estando descompensada en cuanto a efectivos útiles, solucionando asuntos como el del central y la delantera pero muy mermados en los laterales. Si que es verdad que el club se ha reforzado con nombres muy interesantes, pero también se han fichado a otros que han sentado regular. Si, es verdad que Biuk y Amath son a priori grandes altas, pero las demás, quitando Negredo porque es un 50/50, no tienen tan buena pinta, llegando algunos a comentar que o parecen ser favores que nos han hecho equipos que nos deben dinero o movimientos de Paulo André muy sospechosos. La sensación sigue siendo la misma, o al menos para mí, el equipo está donde está gracias a cosas como la fortuna, el acierto individual y el demerito de los demás, no gracias al buen hacer de la dirección deportiva o del cuerpo técnico. Si por mis sensaciones fueran, diría que este equipo no está para subir al menos de manera directa, que habrá que conformarse con ganarse la plaza en primera vía playoff, incluso habiendo ratos donde pensaba que este equipo ni iba a colarse entre los seis primeros. Pero si una cosa me ha enseñado el fútbol es que la segunda española es la cosa más aleatoria y loca existente. Casi sin empatar y con dos rachas tétricas de resultados, el equipo sigue a tiro de piedra del ascenso directo y sin bajar de puestos de playoff. No lo se, posiblemente estas altas den el puntito extra y, posiblemente Pezzolano haya dado con la tecla, pero a saber, no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo ni darnos por muertos antes de tiempo, y si no que se lo digan al Éibar. Veremos que ocurre, si todas esas cosas que rodean al club que no he querido comentar van a mejor puerto y, sobre todo, ojalá que el Pucela celebre su enésimo ascenso a primera, donde tiene y debe estar.

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