El otro día cumplí un sueño

El sábado 8 de junio fue un día ciertamente especial para mí y posiblemente para otras cuantas personas por motivos distintos. El pasado sábado fue el día que se celebró la tercera edición de la Twitter Pucela Cup, un torneo de futbol a modo de pachangas surgido y formado para que los enajenados mentales que formamos Twitter Pucela demostremos lo malos que somos jugando a esto del futbol (por fin podemos decir con propiedad que un tío no sabe centrar porque lo hace igual que nosotros). Esta tercera edición era bastante especial, ya que se ha pasado de jugar futsal a futbol 7, de jugar en un polideportivo a hacerlo en un campo de futbol, y no cualquier campo. Señores, esta edición de 2024 se celebraría en el estadio José Zorrilla. Ahí estaba yo, levantándome a las 7:00 durmiendo nada y menos porque decidí verme la basura del Summer Game Fest para dar unas patadas a una cosa redonda en el campo del club de mis amores. Ahí a las 8:00 me tenías en el campo, juntándome a unos amigos primero porque me apunté en pack y luego porque coincidí en equipo con otros. A esa hora más o menos entré al campo, cogí mi camiseta roja de SpiderKrakens con el 1 a la espalda (quería el 13 puñeta), me puse las botas y los guantes en la parte baja de la grada y listo para jugar en un césped que nunca pensé que iba a poder tan siquiera pisar. Ya entrando a lo que es el torneo, me toco asumir la tarea de defender la portería de SpiderKrakens, vigentes campeones, siendo relevo del que el año pasado fuera el MVP en ese formato futsal. Con esta estampa, y a pesar de que mi propio capitán no pronunciara unas buenas palabras alentadoras al lamentase de haber fichado a Karius (sé que fue a broma y me hizo gracia eh) por las pintas que tengo, afronté con alegría los tres partidos de la fase previa. Dos victorias, dos goles en contra (uno de ellos un auténtico golazo) y dos paradas buenas, me fui contento con mi actuación y la de mi equipo en esta fase, aunque el formato nos jugase una mala pasada dejándonos fuera de los cuartos por tan solo dos goles de diferencia en el golaveraje. Pero lo dicho, me fui increíblemente contento.

Me fui muy contento por muchos motivos a parte del resultado. Efectivamente, me gusta ganar y esos minutos de partido yo iba motivadísimo y demás, pero sabía que esto era un torneo entre amigos bastante masificado y que lo importante era echar el rato, y yo me divertí de pelotas en esos tres partidos tanto por como jugamos como por el simple hecho de haber jugado. Pero lo que de verdad me hizo irme contento fue todo lo demás, fue el buen rollo que había entre equipos y jugadores, fue ese ambiente amigable que se respiraba y fue, también, porque ver futbol de esta manera más “casual” es divertido. También me hizo irme con una sensación genial mi propio equipo, unos chavales y chavalas más majos que las pesetas, tanto la gente que ya conocía como las caras nuevas. Me encantó coincidir con toda esa gente, esas risas y coñas en los ratos entre partidos y luego salir como motos para ganar porque teníamos que vencer a la calculadora de la clasificación. Los había mejores y peores futbolísticamente hablando, claro, pero daba absolutamente igual, como equipo lo hicimos todo lo bien que pudimos en el verde y aun mejor fuera de este. Lo mismo con otros equipos (no con todos porque había gente que le parecía irse la vida en esto), acercarte a charlar con gente de otros equipos que o conoces en mayor o menor medida o que literalmente ni conoces porque el torneo se presta a ello. Me llevo un muy grato recuerdo de mucha gente, especialmente de los miembros de mi equipo como ya he dicho y de Simón, capitán de las arañitas y parte vital de la organización del torneo, persona que se ha portado genial conmigo y mucha gente. Tipo increíblemente familiar y majo que se ha partido la espalda por sacar esto adelante, megacrack sin duda.

Volviendo a la parte deportiva, el torneo tuvo todo lo que una buena competición de futbol que se aprecie debe de tener. Sorpresas en formas de eliminación, partidos interesantes, tandas de penaltis, polémicas arbitrales y una final de alta tensión. La polémica arbitral fue más graciosa que otra cosa, hizo que el bueno de Mario, AKA Bastinator, funcionase como una especie de VAR portátil, poniendo la retransmisión de Radio Marca en el móvil a la propia gente de la retransmisión para revisar dicha jugada. Digo lo de VAR portátil porque cuando se iba con su móvil le llamaban a grito pelado para que volviera a poner la jugada a analizar. Al final, El Clarete de Cigales se impuso 3-2 al equipo de Zorrilla(s) para conquistar esta tercera edición de la TwPucela Cup. Después de esto me quedé para ayudar a recoger todo este tinglado en la medida que podía, una decisión tomada porque me salió de dentro y también porque la persona con la que bajaba a casa se quedaba ayudar y no me quedaba otra, pero bueno tuvo más peso la primera que la segunda sin duda alguna. Gracias a esto pude no solo darme cuenta de donde estaba y que había cumplido. Quedábamos unas pocas personas, y esas pocas pudimos pasear por lo que era el césped del José Zorrilla y ahí justo me di cuenta de que había cumplido un sueño. Pude quedarme literalmente en el medio campo viendo ese estadio donde he estado mil veces en el graderío. Pude ir hacia el área pequeña, donde comienzo los partidos que juego, pero esta vez no era un barrizal de pueblo con equipo en provincial sino un campo de primera división. Pude hasta ver desde el campo el sitio donde llevo sentándome más de diez años. Ahí es donde me di cuenta de que había cumplido un sueño. No era esa cosa de jugar para el equipo de tu vida que deseas de niño, no era estar de rebote en ese campo porque había llegado lejos como jugador o entrenador pero era estar, era el simple hecho de pisar ese césped, era el simple hecho de estar en un rectángulo verde que llevo viendo desde hace más de quince años. No se vosotros, pero a mí esto me parece precioso. Poco más que añadir, deseando que haya una cuarta edición para volver a pasármelo como un enano.


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