Un ascenso bastante anticlimático

Tras múltiples meses llenos de distintos tipos de emociones y sensaciones, esta edición 23/24 de LaLiga Hypermotion terminó el pasado domingo. Tras ese primer fin de semana de junio conocimos a los nuevos equipos de Primera RFEF, a los cuatro que se pelearán en el playoff de ascenso y a los dos primeros nuevos equipos de LaLiga EA Sports. Como primero pasa el CD Leganés pero el segundo puesto ha sido para un Real Valladolid que conoció antes que nadie su condición de recién ascendido. Hoy hablaremos de esta temporada ya terminada, pero no de la típica forma repasando el año al completo, nada de eso, hoy en este post intentaré dar contexto a uno de los ascenso más raros y anticlimáticos que recuerdo, uno que será recordado por varias cositas que han ido ocurriendo a lo largo del año, cositas que no son del agrado de muchos.


  • Una vez más, el mercado invernal al rescate del veraniego - Ah si, los mercados del Real Valladolid, mercados donde vemos a ver que tal el de verano para asimilar como y cuanto hay que reforzarse en el de invierno. Digamos que el mercado veraniego fue convulso, extraño y no muy productivo. Como lados positivos nos quedamos con la increíble caja hecha con múltiples traspasos como los de Fresneda, Plata y Larin entre otros, una cifra que supera los 30 millones de euros. También como lado positivo fueron fichajes como el de Raúl Moro o Boyomo, jugadores jóvenes con mayor o menor pesaje en la división y pinta interesante, o el de Sylla o Meseguer que se ganaron el cariño y respeto de la afición de una forma u otra. El problema es todo lo demás porque telita. Primero fue la decisión poco acertada en aquel momento de conservar en el puesto al entrenador que nos descendió, luego fue cambiar de director deportivo tras solo tres fichajes y con unas dos semanas de margen antes de empezar la competición liguera. Pero es que lo demás del mercado fueron cosas que, según el prisma que lo mires, pueden parecer desde malas a desastrosas. Una plantilla descompensada, fichajes a ultimísima hora, varias altas que salieron mal o los brasileños de bajo nivel que parecía eso más algún chanchullo por comisiones que otra cosa hicieron que este mercado veraniego no fuera el más ilusionante. Todo al final acabó cambiando gracias al bendito mercado invernal, un mes de enero que en Zorrilla acostumbra a que obre milagros y reconduzca situaciones que parecían insalvables. El ejemplo perfecto es Cesar Tárrega, menudo tanto de Catoira firmar a un tío que nada más llegar nos parecía poco más que un chavalín muy verde para acabar siendo sin ninguna broma uno de los mejores centrales de toda la categoría sino el mejor. Aun con la salvada invernal queda ese resquemor veraniego, uno que hace que afronte estos meses de julio y agosto con muchas dudas y mucho temor por los ya mencionados fantasmas del pasado.
  • Por algo esta segunda 23/24 se llama la "Hypertension" - Digamos que si este año la segunda división del futbol español ha estado igualada no ha sido solo por una siempre competitiva segunda división sino por otros tantos motivos. Esta temporada 23-24 ha contado con motes como la “Hypertension” entre otros porque hemos visto elevada al máximo esa característica propia de la división de plata que hace referencia a cualquiera puede ganar a cualquiera. Pero no es por igualdad, no, es porque parecía que nadie quería subir. El primero que no quiso subir fue el Zaragoza, quien tras un arranque potente acabo cerquita de tener un sustito llamado “Primera RFEF”. El resto de los de arriba tres cuartas de lo mismo, cuando coqueteaban con la parte alta decían que mejor se volvían para playoff o más abajo incluso, que no querían follón como es el caso del Racing de Ferrol o Sporting entre otros. Al Éibar y el Español les parecía mejor jugarse la vida en el playoff, incluso el puñetero Leganés quiso divertirse un poco y darle algo de picante a la temporada, ya que estar lideres por paliza desde bastante pronto no les gustó tanto como creían y decidieron llegar con posibilidades de quedarse fuera del ascenso directo porque les dio por empatar cinco partidos en la recta final. Fíjate como de apetecible debe de estar la segunda que no solo los equipos que están para ascender no estaban por la labor de hacerlo sino que había clubes en primera por ver quien descendía antes. Al final el más listo de la clase fue el Pucela quien, después de casi prepararla muy gorda en Andorra y Ferrol hasta el punto de caer fuera del playoff, encadenó diez partidos sin perder (7 victorias y 3 empates) para firmar el ascenso directo una semana antes de estar todo visto para sentencia. Una sentencia que casi acaba con la vida de unos cuantos ya que tuvo que remontar en el descuento contra el colista, porque hacerlo fácil no era una opción supongo. Ya lo decían muchos, aquí ni el santísimo quiere subir y el único que parece que está por la labor tiene a sus aficionados buscando cargarse a su míster.
  • Una montaña rusa de equipo - Esta es fácil de entender: cuando juegas bien y ganas todos felices, cuando juegas mal pero ganas hay alegría porque sumar es lo que vale, cuando pierdes y juegas bien pues bueno duele pero no quema, pero cuando no ganas y encima juegas mal ahí cuidado. Esa es la cosa con el Real Valladolid en unos cuantos tramos, que no gustaba lo que se veía, y aunque el jugar bien o mal es una cosa subjetiva y muchas veces los aficionados juzgan de manera sesgada para mal pues es entendible que este cabreo ocurra. Era un coctel perfecto de desastre, un entrenador que nadie quería que siguiera haciendo unos planteamientos raros, inmovilista en muchos partidos y si no perdía con cierta alevosía pues ganaba de refilón (por no decir un poco de chorra) con goles en el añadido del añadido. Aunque, al final, lo importante es donde acabas el año, y esa racha final de diez partidos sin perder justo antes comentada, jugando de peor o mejor forma, nos metió en primera. Pero es verdad que dolía ver jugar a este equipo en unos cuantos tramos de la pasada temporada 23-24.
  • La relación directiva-afición no parece estar en su mejor momento - Club y afición, afición y club, no una de las mejores relaciones, ¿no? Pues sí que es una relación difícil la verdad, aunque para ser más exactos es la falta de simpatía o cariño entre la directiva y la afición más que el club. Muchos motivos a lo largo de los años, pero cosas como las acusaciones sin fundación de racismo del presidente Ronaldo, el ataque de este a un sector de la afición llamándolas radicales o el tema del escudo y su referéndum han sido buenas guindas a este pastel. Esto ha llevado a varios puntos de conflicto entre ambos entes en donde si la afición no tenía motivos lógicos para quejarse buscaba cualquier duda razonable o demás cosas del estilo para atizar contra una directiva a la que ya no queremos ver muchos ni en pintura. ¿Qué un señor salía a rueda de prensa a hablar de números? Nos quejábamos porque era un circo y no nos aclaraban a donde iba la pasta. ¿Qué había un empleado raro en la directiva con cierta voz en temas de mercado? Nos quejábamos porque parecía que Fran y/o Catoira eran marionetas de un tal Paulo André que venía aquí a hacer chanchullos raros. Fuera verdad o mentira, correcto o incorrecto, desmesurado o razonable, al final había un estado de tensión claro dado por una falta de relación entre directiva y afición, o mejor dicho, una falta de alguna muestra de cariño por una directiva cuya cabeza directiva (o al menos así es en la teoría) estaba más ocupado viendo el tenis o la F1 que los partidos de su club.
  • Paulo Pezzolano: técnico y enemigo público nº1 - Alguien que no sea de aquí o de este club se pregunta lo obvio, ¿por qué quieren echar al entrenador que les ha metido en primera? La respuesta fácil es decir que Paulo Pezzolano es un entrenador con el nivel justito para un equipo como el Real Valladolid y que sus habilidades no son las acordes a lo que se le exige a un entrenador de un equipo que quiere no solo ascender a primera sino perseverar en la máxima categoría como ya han hecho otros clubes parecidos al nuestro. Y en verdad muchos partidos le darían la razón a este razonamiento, muchos donde el plan parecía ir a la guerra con solo un cuchillo y cuando este se rompiera sacar una cuchara. Planteamientos y decisiones iniciales tétricas, planteamientos y decisiones aún peores cuando el partido se le complicaba. Y aunque esto sea verdad al final a muchos se nos escapa que esto es segunda, que el jugar bonito no suele servir si no estás dispuesto a ir al barro, aquí siendo Pezzolano quien ha tenido la última carcajada. Porque si, pedir la hora contra equipos de la parte media-baja de la tabla a lo mejor no parece algo acorde a un club que quiere quedar primero, pero lo que importa es sumar de tres en tres o rascar puntos contra equipos complicados. Si, empataste contra el cuarto por la cola en su casa, pero quien te dice a ti que a lo mejor otro equipo de arriba rasca algo contra un equipo aguerrido que sale a jugar con la mentalidad de matar o morir. El problema no es solo futbol, no es el Pezzolano entrenador, el problema no es la persona sino el personaje. El problema no era el futbol porque, al final, mientras se consiga ascender las formas pueden pasar a un segundo plano si se remedia cuando toque, era que nos hemos tenido que comer a un personajazo más dañino que otra cosa. Un entrenador que constantemente ha buscado la polémica o faltar al respeto al aficionado o afición blanquivioleta de múltiples maneras. No sabemos si es por librar de críticas y tensión a los jugadores y club poniéndose una diana a la espalda y convirtiéndose en el chivo expiatorio, si es por una personalizad toxica o “uruguaya” como él dice o por ambas. Solo sé que todo esto ha llegado a extremos insostenibles, empezando por pequeñas pullitas y llegando hasta burlas y menosprecios vistos dentro y fuera del campo tanto por él como por su cuerpo técnico (si supieran algunos lo ocurrido en el 2-3 del Sardinero pues fliparían un poco la verdad). La gota que colma el vaso ya no es solo el usar canticos como el “Pezzolano dimisión”  en las celebraciones del ascenso con cierto tono irónico sino el acusar de xenófobos a los vallisoletanos. Palabras que matizó posteriormente, pero eso de poco sirvió porque el daño estaba hecho, si una persona atropella a otra no va a curarle las múltiples lesiones con un “lo siento, me equivoque”. Con todo esto dicho no quiero quitar culpas a la afición, quien muchas veces castiga o insulta cuando o no es necesario o no es justificable, gestos como el de degollar o insultos xenófobos nunca serán justificables bajo ningún pretexto. Dicho esto, posiblemente el caso Pezzolano sea un fuego que el único que quiso que se mantuviera vivo fue el propio Paulo gracias a echar gasolina cuando otros buscaban apagarlo. Y aunque parezca que quiera reparar la relación, al menos de puertas para fuera, viendo como está recorriendo los medios explicándose y sincerándose, posiblemente lo mejor para ambos sea separar caminos y cerrar esta etapa viendo la alta dificultad de reparar los puentes que el uruguayo y la afición han ido quemando a lo largo de la temporada.


En definitiva, las sensaciones a nivel personal y también viendo el ambiente general es que es un ascenso que sabe raro, no agridulce pero si algo distinto de lo que debería saber. Un ascenso a primera debe de ser alegría, felicidad, una sensación de victoria gracias a que se llega o se vuelve a la máxima categoría del futbol profesional pero aquí no es el caso al 100%. Hay alegría y felicidad claro está, pero la sensación es mixta no solo por muchas de las cosas comentadas en este post sino que también es porque la frase es la de “volvemos a donde tenemos que estar” más que otra cosa. No es felicidad por ascenso en muchos casos, es alegría medida porque se ha hecho lo que se tenía que hacer, algo que casi siempre va de la mano con un “hay que trabajar ahora y no vender la moto” nada más terminar el asunto. En resumen, es un ascenso raro no solo por lo vivido en la temporada 23-24 (o incluso por lo también vivido en años anteriores) sino por el miedo a lo que podemos vivir en la 24-25. Esperemos que todo vaya bien, que el tema de la venta del club no dificulte tareas y labores que tendrían que ir sobre ruedas o que no se vuelvan a cometer los errores que siempre ha cometido este club. Esperemos que la 24-25 acabe con nota positiva, pero de momento a celebrar (o medio celebrar) que el Pucela vuelve a la primera división del futbol español.

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