¿Es de verdad Bluesky el reemplazo de X?

Bots, fake news, confrontación constante, IA generativa… la lista de cosas dantescas que se están viendo por X parecen no tener fin, aunque sí que tienen un comienzo. Desde la compra por parte de Elon Musk la antigua Twitter ha sufrido una transformación clara pasando de ser un páramo lleno de puntos sucios que poder ignorar a ser un vertedero insalvable por completo. Tras demasiadas tropelías, y tras ver que esto parece solo ir a peor, ha ocurrido algo a lo que denomino “el trasvase X-Bluesky”. Este fenómeno ha ido por olas, algunas de menor tamaño/éxito, siendo la última la más masiva hasta la fecha viendo el abandono de múltiples particulares y empresa de la red de Musk y el alta de algunas de estas en el denominado cielo azul. Así que hoy vuelvo a escribir para comentar la situación, para ver a dónde puede ir todo esto y para averiguar si se puede responder una preguntita bastante simple: ¿Es Bluesky el reemplazo de X? 


El 4 de octubre de 2022 Elon Musk, tras dar varios bandazos durante meses e intentar echar la compra atrás, adquiere Twitter gracias a la ayuda externa de bancos e inversores por una cifra en torno a los 44.000 millones de dólares, la fecha del primer punto de inflexión en todo este dantesco asunto. El 23 de julio de 2023, tras dejar caer que el pajarito azul podría dejar de existir, anunciaba el cambio de identidad completo de “Twitter” a “X”, segundo punto de inflexión. Podría seguir dando fechas y decir que todo ha sido un punto de inflexión tras otro pero la verdad es que hay demasiados como para comentarlos todos. Están los temas mencionados de la compra y el rebranding pero también entran en juego el cambio en la moderación, el check azul de pago, la alta cantidad de bots, el contenido explícito a mansalva, el pésimo funcionamiento de la web, el uso con poca moral de la IA, el sesgo político en el control del contenido y demás cosas. En definitiva, Twitter dejó de existir como una red social con sus cosas para convertirse en un estercolero llamado X. Ante todo esto surgieron alternativas a esta red social como Mastodon, Threads y demás pero todas fallaban en ser ese sustituto ya fuera por temas de que la aplicación no estaba a la altura tecnológicamente hablando o que no se sentía como una versión de Twitter pasada grandemente anhelada. Entre todas estas opciones surge Bluesky, una opción que no se creó como una red social sino como una aplicación del denominado “AT Protocol” para intentar aunar todas las redes sociales en un punto común al cliente (y lo sigue siendo ya que hay cuentas en esta red que son una especie de conexión a lo que publica en Twitter). La cosa es que esto cambia ya que tras crear este protocolo y ver la debacle al otro lado de la web decidieron convertir Bluesky en una red social aprovechando lo creado. Al principio por un motivo u otro la red no arrancaba, sufría el destino de las otras alternativas. Primero era por su sistema de invitación y más adelante porque simplemente no había un trasvase en condiciones. Bluesky era buena red social pero le faltaba lo que toda aplicación de este tipo tiene que tener: gente. Al final, por cosas del destino o por el simple don de la paciencia, la gente empezó a abandonar la charca de Musk y a llegar al cielo azul.

Volviendo a los ya mencionados “puntos de inflexión”, este trasvase de cuentas se dio por dos entes que no agradan bastante a la gente: la IA generativa y los Estados Unidos. La primera es que el pasado mes de octubre se oficializó un cambio en el tratamiento de los datos de las cuentas donde X.corp tendría derecho a usar el contenido de imagen y texto de su propia red social para generar bases de datos de aprendizajes tanto para su uso propio con Grok o para la venta a terceros. Esto sin duda generó un malestar profundo que ni el feliz regreso de los brasileños a la red tras una guerra absurda con el sistema jurídico de dicho país pudo detener. La primera gran migración llegó de manos de los artistas viendo que el enemigo contra quien llevaban peleando fuertemente durante muchos meses ya pasaba de llamar a la puerta a romperla para entrar por la fuerza. La segunda fue por EEUU, más concretamente por la reelección de Donald Trump como presidente. Tras esta victoria, Elon Musk se aseguraba ese puesto D.O.G.E. (por favor por qué este chiste se ha convertido en real) y X se salvaguardaba en temas regulatorios al menos en el país norteamericano. Esto hizo que viéramos como la adquisición de relevancia política del falso americano dueño de la red generó la marcha de cuentas a mansalva, un efecto acción-reacción al más puro estilo “una p*lla sigo aguantando esto” entre millones de usuarios globalmente. La esperanza estaba en que Elon tras esas elecciones cerrase el chiringuito o que al menos lo convirtiera en un vertedero menos tóxico pero parece ser que eso no ocurrirá, así que quien va a querer aguantar más confrontación y falsedades cuando la existente es casi infernal. 

La migración fue grande, muy grande, haciendo que Bluesky se hiciera con el primer peusto de las tiendas de apps móviles y ganase de manera estimada unos tres millones de nuevos usuarios en la semana siguiente a los resultados electorales, haciendo que la cifra de cuentas superase los quince millones como indica esta noticia de The Verge. Por fin Bluesky empezaba a tener forma de una red social con su chicha, por fin parecía una alternativa real al nuevo Twitter viendo que Mastodon no estaba a la altura y que Threads no era más que un Instagram con texto. Esta vez parece de verdad ya no solo por las cifras sino por quien se va y quien llega ya que hay todo tipo de cuentas con peso que deciden decir adiós. Medios de prensa como The Guardian o La Vanguardia han abandonado X junto también a famosos como Stephen King o clubes de fútbol como el FC St. Pauli alemán, todos haciendo esto ante la subida de la desinformación y el odio dentro de la red, algunos cambiando la antepenúltima letra del abecedario por un cielo azul.


Pero, a pesar de todo esto, sigue habiendo una pregunta en el aire que me causa un poquito de resquemor y desazón. ¿De verdad Bluesky va a reemplazar a X? Si, es verdad, hay migración y la consecuente pérdida de usuarios para uno y ganancias para el otro pero, al final, esos quince millones mencionados no compiten contra los más de trescientos millones que tiene la antigua Twitter. Hay gente que no se ha marchado porque pasa de dejar la trinchera al preferir morir en ella que abandonar, porque no le apetece irse a una versión más ñoña para ellos de su campo de batalla personal o porque directamente ni conoce la existencia de la otra red social (os sorprendería la cantidad de amigos crónicamente online que tengo que no saben lo que es Bluesky). También existe el caso de gente y medios que abandonan un nido de bulos para irse a otro nidos aún peores como es Facebook. Al final del día Bluesky no es X para lo bueno y para lo malo, al final tampoco será como fue un Twitter siempre anhelado desde 2022 y eso duele porque esa masividad y esa magia de conectar gente perteneciente a respectivos submundos puede que se pierda o que no se repita por igual. Duele un poquito pensarlo pero al final eso también es algo positivo, Bluesky no es tan masivo pero es pequeñito y cómodo donde pequeñas cuentas pueden florecer gracias a los algoritmos de contenido. Es un sitio donde no verás tanta repercusión ni tantas cuentas como en el otro lado pero que encontraras lo que tenían los microclimas de Twitter en torno a ciertos hobbies y temas. En definitiva, es un pequeño oasis en un mundo donde las redes son más un entorno de guerra virtual que de disfrute, un campo de desinformación cuando lo que buscas es informarte, un lugar cómodo y agradable que recuerda a mejores significados del término “red social”. ¿Durará esto eternamente? Pues puede que no pero habrá que disfrutar de esto mientras, a ver si la suerte sigue y Bluesky sigue creciendo y más personas con las que conectamos en la otra red social se unan para hacer seguir creciendo este sitio, para afianzarse con más fuerza en la idea de ser el pequeño reducto de paz y calma en una guerra constante a gran escala peleada en el campo de batalla llamado “internet”.