Una secuela tan buena como innecesaria

El otro día volví al cine tras llevar sin pisar una sala eternidad y media. La ocasión lo merecía ya que llegaba a la gran pantalla Gladiator II, la secuela a una de las películas más aclamadas del siglo (si contamos el 2000 como primer año de este) y a la película que más veces habré visto en mi vida. Tras volverme a ver la primera por enésima vez fui directo al cine a verla, una peli la cual iba con más miedo que ganas ya que resonaba en mi interior la posibilidad de que esta fuera la enésima secuela mala e innecesaria cuya existencia se debe al mero hecho de rascar dinero a base de pura nostalgia. Pero es Gladiator y si algo me enseño Blade Runner es que las secuelas innecesarias pueden ser muy buenas si hay gente de nivel por detrás. Así que habiendo visto ya el largometraje, ¿es Gladiator II tan buena como innecesaria?


La historia de esta secuela nos sitúa 16 años tras el trágico desenlace de la primera entrega donde Máximo Decimo Meridio perdió la vida acabando con Cómodo y la tiranía de su mandato como emperador del Imperio Romano. Al igual que la primera película, el largometraje arranca lejos de la ciudad de Roma justo en la antesala de una conquista. La diferencia clave es que ya no vemos la historia tras los ojos de un general romano sino de un soldado numídico defendiéndose de la invasión perpetrada por el gran imperio. Nuestro protagonista, conocido de momento como “Hanno”, defenderá su adoptiva Numidia de manos del ejército romano comandado por el general Marco Acacio. El desenlace fue duro para nuestro protagonista no solo por la derrota sino por la pérdida de Arishat, su amada esposa, en medio de la batalla. Tras una contienda sangrienta que dejó secuelas y rabia por la matanza hasta al propio Acacio, Hanno partirá camino a Roma como gladiador patrocinado por Macrino en donde, de una manera similar sin ser igual igual a la película previa, se verá envuelto en una conspiración política a gran escala mientras intenta sobrevivir en el Coliseo, un lugar al que nuestro protagonista pensaba que nunca iba a regresar.

Viendo la trama, y también los primeros minutos de película, Ridley Scott busca desde el minuto uno hacer una película que recuerde a su megaéxito de los 2000 intentando no caer en la pura venta por nostalgia, busca hacer una peli que recuerde a Gladiator sin ser una réplica o una copia de mal gusto, busca homenajear a la vez que hace algo nuevo. La cosa es que esta dicotomía hace que la peli juegue en torno a dos direcciones o dos facetas, una que considero muy buena y otra que no considero tan buena, así que empecemos por lo positivo. Primero de todo, Ridley Scott no falla cuando se trata de dirigir y la peli es francamente disfrutable en la gran pantalla en cuanto a dirección y acción se refiere. Esa primera escena comentada es un muy buen arranque a este escenario belicista brindado por los emperadores Caracalla y Geta, haciendo que la conquista se sienta grande con una batalla acorde. Esto continúa en el resto del filme, las escenas de acción son top salvo una al arranque donde Hanno se enfrenta a unos monos CGI bastante cutrones. También se ve nivel en otras escenas no belicistas como puedan ser todos los sueños en blanco y negro de del protagonista viendo a su amada navegando hacia el mundo de los muertos. Todo esto está rodeado de una banda sonora a cargo de Harry Gregson-Williams que, por desgracia y a pesar de que es bastante buena, no está a la altura de la legendaria música de Hans Zimmer. Ya que estamos hablando de audio y demás, comentemos también el doblaje: cojonudo. Poco que comentar viendo que míticas voces del doblaje castellano han participado a la que hay que incluir la de un Marcel Navarro que hizo un trabajazo dándole voz en castellano a Paul Mescal, una alegría grande el verle en este rol de peso que tengo como fan del anime doblado.

Todo esto es parte importante más lo que tiene peso de verdad en una película es la historia y los personajes, siendo una persona capital en que la historia haya sido lo buena que ha acabado siendo: Denzel Washington. Tenía un miedo enorme a que el personaje de Denzel se saliera del tiesto demasiado y que no cuadrase ni con la historia ni con la época gracias a que el actor es muy suyo pero justo por eso me ha parecido excepcional. Denzel ha sido Denzel, como en toda película que hace, y en este caso eso mismo le sienta tan bien al personaje de Macrino que hace que se cargue media película a la espalda. Esa media película es la guerra política comentada anteriormente, una muy bien desplegada con personajes pintorescos a más no poder como los dos emperadores o varios miembros del Senado, una en la que Macrino tiene el papel de más peso y donde el personaje destaca por encima de los demás no solo gracias a ser de importancia para la trama sino también gracias a los manierismos de Washington, haciendo que este combo entre actor y personaje nos de un villano de primera que no me extrañaría que haga que caigan unas cuantas nominaciones a mejor actuación. Ya lo decía Hitchcock, “cuanto mejor es el malo, mejor es la película”.


Esa es la cara positiva de la película, ahora viene lo negativo. Hay unas cuantas quejas, muchas de ellas detalles nimios que me sacan del largometraje y otras no tan fáciles de saltar. Primero, vamos a quitarnos lo obvio: no me molesta que Ridley Scott haya hecho otra película con un rigor histórico poco creíble. Dicho esto, si que me molestan detalles tontos de la peli como el que me comentó mi colega Ángel nada más salir del cine: ¿por qué todos los textos están en latín menos el de la tumba de Máximo Decimo Meridio que está en inglés? Esto, los monos y demás son minipuntos que restan en conjunto nos guste o no aunque mi mayor queja sin duda es que intenta recordarnos demasiado Gladiator. Ojo, aquí el pequeño matiz, no quiere ser como la primera sino que busca continuarla, siendo en este intento donde realiza muchos gestos que hacen que digas constantemente durante los 150 minutos que dura la peli “siiiiii ya sé que esto ocurrió en la primera”. Primero entra en lo lógico trayendo de vuelta a personajes vistos hace 24 años aunque luego va cayendo lentamente en la repetición incesante de mantras. Que si Marco Aurelio, que si el sueño de Roma, que si el Senado, que si Máximo… (os juro que debieron de decir este nombre al menos cuarenta veces durante las dos horas y media de metraje). Esto ya alcanzó algunas cuotas bastante difíciles de digerir cuando la propia peli forzaba la memoria del fan poniendo clips a cascoporro de la primera entrega. Que sí, entiendo que buscas refrescar la memoria tras más de dos décadas o quieres que vaya a verla gente que no vio Gladiator, pero hay formas más sutiles y menos insultantes a la inteligencia del espectador de hacerlo.

Esto hace que cause el segundo gran problema de la película: Hanno no es Máximo y la historia busca que lo sea. El transcurso de Hanno en esta historia es bastante parecido al del hispano pero no tiene un resultado igual de bueno: pierde a su familia en la guerra, se convierte forzosamente en gladiador, busca venganza, se ve envuelto en un asunto político de gran importancia y al final acaba siendo un hombre de peso para el devenir de Roma. La cosa es que con Máximo brilla por su simpleza y su sentido ya que la historia de venganza del general de Augusta Emérita nace de manera simple y brillante, avanza de naturalmente y confluye con el asunto político sutilmente y de forma elegante. Con Hanno todo esto no casa tan bien, la historia de venganza personal tiene sentido aunque no es tan buena, básicamente la gente a cargo de la peli ha buscado replicar un personaje único e irrepetible de manera fallida. ¿Hace que Hanno sea un mal personaje? ¿Hace que su historia personal sea mala? No y no pero en la comparativa pierde, una comparativa que se va a hacer porque es inevitable.


Dicho todo esto, ¿merece la pena ver Gladiator II en la gran pantalla? Absolutamente. Claro está que tiene sus fallos como he comentado y que vivir a la sombra de la que es una de las mejores historias de venganza del cine va a pesarle demasiado, y aun con esas es una buena peli. Tiene sus cositas y la historia de Hanno está claramente a la sombra de la de Máximo pero vas a tener una buena trama de venganza y traición política, unas buenas escenas de acción y pelea, un gran elenco capitaneado por un buen Paul Mescal y un excelso Denzel Washington (que Pedro Pascal haya quedado en un segundo plano habla muy bien del resto de actores) y un Ridley Scott que sigue sin decepcionar a sus casi 87 años. Así que volviendo al principio del texto y al título per se tenemos que, efectivamente, Gladiator II es tan buena como innecesaria. Es una secuela que si no se hubiera hecho no habría pasado absolutamente nada aunque por ello no hace que sea mala, doy gracias a que se aleje muchísimo de ese grupo de continuaciones tan reguleras como poco pedidas. En resumen, está bastante bien, también bastante lejos de ser una gran historia recordada para siempre como su antecesora pero lo suficientemente buena para que yo quiera volverla a disfrutar tanto en el salón de mi casa como en la gran pantalla.