Un buen Call Of Duty en el peor tiempo posible

Hace un par de meses comenté el que es considerado el peor Call Of Duty de la saga, Ghosts, un juego con un potencial espectacular que falló por completo en cumplir las expectativas y no solo eso, destrozó las pocas que quedaban. Aún así, no fue el mayor revés que sufriría la saga en cuanto a sus entregas, hubo una mucho peor. Un revés que causó un cambio de mentalidad en el desarrollo de Call Of Duty, un juego que pudo ser el último clavo en el ataúd de una Infinity Ward que quedó muy dañada tras estas dos entregas, una papeleta que consiguió salvar de manera espectacular un par de años después. Pero ese no es el tema hoy, porque hoy hablaremos de Call Of Duty: Infinite Warfare, un buen juego sacado en el peor tiempo posible.


 

El año es 2017, Activision consigue recuperarse del desastre de Ghosts tras sacar en años anteriores Advanced Warfare y poner en el mercado Black Ops 3, una de las entregas de Call Of Duty más divertidas y amadas por los fans. Esto coincidió con una etapa donde EA le dio algo de tregua, Battlefield se encontraba en un muy mal momento tras la salida del flojísimo Battlefield: Hardline, juego que fue un bajón enorme respecto a la anterior entrega de la saga. Parecía que Call Of Duty volvía a tener la delantera, pero para entender la situación y ciertas decisiones hay que volver atrás, a 2014.

El año ahora es 2014, primer año natural de esa generación de consolas y la tendencia es clara, los shooters abandonan por completo la temática de guerra moderna y triunfa el futurismo y la ciencia ficción. Destiny revienta las ventas, pero quien marcaría la tendencia es Titanfall, juego desarrollado Respawn Entertainment, estudio fundado por antiguos miembros de Infinity Ward. Revolucionaron el concepto de FPS moderno con una nueva incorporación, jetpacks, dando una dimensión extra a la movilidad tradicional. Ya no era un movimiento hacia delante/atrás y hacia los dados, se sumaba un elemento vertical, los mapas se convertirían en conjuntos de varios pisos con posibilidad de correr por paredes, realizar saltos verticales y movimientos rápidos en el aire. Activision vio el éxito de la nueva IP de su competencia, EA, y decidió seguir el mismo camino sacando Advanced Warfare ese mismo año. Pero el hype de los jetpacks tuvo un recorrido cortísimo, Titanfall 2, sacado en 2016, tuvo un mucho menor impacto que la primera entrega, Destiny se estaba desgastando y la tendencia de este tipo de juegos volvía a cambiar, cosa que se encontró de lleno el juego que comentaremos hoy. Call Of Duty: Infinite Warfare, un buen juego sacado en el peor tiempo posible.

 

El juego se empezó a revelar a través de pequeños easter eggs, tanto en una web donde podías "conversar" con un militar perteneciente a la campaña del juego, donde al final de ciertas partidas del legendario Nuketown se verían distintos elementos como una nave espacial hiperfuturista. Muchos nos olíamos lo que iba a llegar, y cuando se reveló en un tráiler oficial, la gente simplemente estalló. Un tráiler muy chulo visualmente y con una canción versionada de David Bowie nos llevaba a combatir al espacio, ya sea dentro de aeronaves gigantes o pilotando la nuestra propia. La recepción fue desmedidamente mala, una cifra absurdamente grande de dislikes convirtieron a ese tráiler en uno de los videos con más dislikes de la historia de YouTube y en el tráiler reveal de un videojuego con mayor cantidad de estos. Bromas como "Activision ahora distribuye Star Wars" o "PlayStation no puede tener Halo así que crean su propia versión" inundaban internet. La presentación del nuevo título no gustó nada de nada, ni el gameplay que luego se presentó en el E3, no porque fuera un mal juego, era porque nadie había pedido un juego futurista. Black Ops 3 fue uno de las entregas más amados de la franquicia, pero los fans sentían que ese era un techo de cristal, ningún juego de esa temática iba a ser mejor que el multijugador de ese juego, era un tope que no era superable. La gente quería un cambio, dejar en lo alto el futurismo con la última entrega de Treyarch, pedían volver al pasado, y Activision no escuchó y siguió con todo lo contrario a lo pedido. La gente no quería futurismo y les dieron aún más, normal que no sentase bien.

Para mí, este juego vivió una situación parecida y, a la vez, completamente distinta a la de Ghosts. A pesar de que fueran opuestos en el sentido de que Ghosts era un juego muy esperado con una calidad bastante baja cuando Infinite Warfare era un juego poco esperado con mucha calidad, ambos comparten el destino de salir en el peor momento posible. Si Ghosts salía cuando Battlefield alcanzaba su mayor punto de popularidad, Infinite Warfare llegaba al mercado justo después de que la tendencia cambiase. Un juego que si hubiera llegado un par de años antes hubiera triunfado de calle, pero llegó en un momento donde la fanbase estaba quemada con la temática que presentaba. Esta vez no sentía decepción y rabia, sentía pena y hastío, porque esta vez se notaba que Infinity Ward quería hacer las cosas bien y les salió rana, porque el juego, en verdad, estaba bien.

El juego contaba con la que es, en mi humilde opinión, una de las mejores campañas de toda la saga. Un modo historia que, en este caso, sí que le acompañaba un buen multijugador, uno bien diseñado en todos sus aspectos y con novedades tanto sorprendentes como interesantes, que de manera inesperada e increíble mejoraba bastantes aspectos de Black Ops 3, pero que nadie quería jugar. Simplemente jugar a ese juego era divertido, sí, pero al final la sensación era que Infinite Warfare era un Black Ops 3.5 con una skin más futurista aún, y jugar a lo mismo que has jugado todo el año anterior y que querías dejar de lado por algo nuevo al final no entra bien.

 

Infinite Warfare se la pegó, vendió por la inercia de ser un Call Of Duty y que con él llegaba una remasterización del famoso Modern Warfare original, que telita ese juego, pero eso es otro asunto. Un juego que llevó a otra época de vagar por el desierto como fue la que tuvo la saga en 2013 y 2014, juegos como el WW2 y el Black Ops 4 no llegaron a ser lo que se quería que fueran, pero todo esto cambia en 2019 cuando sale el reboot de la legendaria saga Modern Warfare. Un juego que cambió todo por completo, que volvió a traer a fans antiguos de la saga y que despertó las ganas de muchos fans de volver a jugar a jueguitos de disparos. Un juego fino e increíble en todos sus aspectos que nos trajo también el revolucionario Warzone, un juego desarrollado por, adivinad quien, Infinity Ward. Los que fueron villanos tantos años se convirtieron en héroes, un resurgir del fénix. Un resurgimiento que, de manera directa o indirecta, fue causado por ese Infinite Warfare, un buen Call Of Duty en el peor tiempo posible.

Artículo Anterior Artículo Siguiente